Berlín presenció una quema de libros antes de la segunda guerra mundial y durante el Foro de Gobernanza de Internet aproveché para visitar este monumento que me hizo reflexionar (y lo sigo haciendo) sobre lo que implica la biblioclastía en estas épocas. ¿Lo digital se encuentra exento de este tipo de sucesos?
El monumento en Berlín
Casi no se ve. Frente a la Universidad Humboldt de Berlín hay una gran plaza (Bebelplatz) y en una de sus esquinas, con un techo verde se puede ver la catedral de San Hedwig. Llegué caminando por ese lado de la plaza en un día gris. Encontré en Tripadvisor una reseña sobre el memorial de los libros quemados frente a la Facultad de Derecho de la Universidad.
Caminé sobre la plaza con precaución, porque no sabía muy bien qué estaba buscando y ví que al otro extremo había un grupo de estudiantes o turistas escuchando a un guía, pensé que allí era el lugar. Me fui caminando hacia allá y antes de darme cuenta estaba justo en frente de la mitad de la plaza, con el monumento a mis pies, completamente solo. Aquí se habían quemado libros.
La quema de libros
El 10 de mayo de 1933 se realizó una quema de libros «contra el espíritu antialemán». 70.000 personas estaban reunidas allí para quemar los libros de autores como el mismo que dijo «Donde se queman libros se terminan quemando también personas».
Esto me hacía pensar en los mecanismos que tenemos ahora para quemar libros cuando están en soporte digital. ¿Por su formato podría ser que ya no sea posible quemar libros para hacer desaparecer las ideas? Creo que lo más preocupante de este suceso, su esencia, es el querer erradicar una idea, no poder convivir con ciertas ideas que resultan inaceptables para un grupo de personas. Quien y cómo se define ese límite me parece fascinante. Lo pensaba también sobre todo porque viajé a Berlín en el marco del Foro de Gobernanza de Internet.
El monumento

Al fondo se veían las cenizas. Un cuarto completamente blanco, con todas las repisas vacías e iluminación para que ese recinto subterráneo pudiera reconocerse. Demasiado impactante como para no pensar. Un marco de más o menos un metro cuadrado, que pareciera una ventana a un futuro sin ideas registradas o los estantes de una flamante biblioteca digital. Recuerdo que hace unos años, como el 2014 visité una biblioteca de un importante organismo del estado colombiano. El bibliotecario, que casualmente era mi estudiante en esas épocas me contaba que lo que su institución estaba haciendo era digitalizar, subir a Internet e ir recortando el espacio físico de la biblioteca para convertirlo en oficinas y «aprovechar» ese espacio, como si ya no se estuviera aprovechando al brindar espacios públicos para la consulta de documentos. Lo que antes era toda una sala de consulta ahora se reducía a uno de los costados del rectángulo que componía ese salón, por su lado angosto además, con los libros que todavía quedaban.
Cuando estaba en Berlín llevaba apenas unos días de iniciar mi beca como estudiante de doctorado. Estoy investigando sobre la brecha de género en Wikipedia en la Universitat Oberta de Catalunya. Pensaba (y sigo haciéndolo) sobre las diferentes formas de poder y el ejercicio del poder sobre comunidades no representadas y he venido encontrándome con la pregunta ¿quién define qué es un conocimiento válido? es decir, ¿cómo se logra que tus ideas se respeten, valoren y preserven? Estaba absorto en estas reflexiones cuando una mujer alemana mayor venía con su maleta de rodachines por una de las líneas planas de la plaza, ya que las piedras hacen que estas maletas salten inestables de un lado a otro y yo justo andaba parado en su camino. Me quité torpemente como siempre y me sonrió diciéndome «Danke». Los alemanes son gente muy querida, me dije en español en voz alta, tal vez porque la historia les ha enseñado con golpes muy fuertes.
Visibilizando a mujeres bibliotecarias en Wikipedia
¿Y si la quema de libros en lo digital ocurre mediante invisibilización o menosprecio? Me he cuestionado mucho mi rol en esta investigación sobre todo siendo hombre. Una de las primeras ideas que empecé a encontrar en mis lecturas es que las mujeres no participan y es su responsabilidad estar, como si los hombres no pudieran hacer nada o no tuvieran nada que ver. Por tal motivo he decidido empezar a editar únicamente perfiles de mujeres en Wikipedia por un tiempo a ver cómo me va. Empecé enlazando el artículo de doña Ana Roda, directora de la Biblioteca Luis Ángel Arango (mientras escribo estas líneas a inicios de 2020) a Wikidata y agregándole su foto, cosa que no es sencillo de conseguir. Existen muchas fotos, pero ninguna clasifica como contenido cultural libre y por lo tanto no se pueden usar en Wikipedia.
Recuerdo que la primera que me preguntó sobre fotos de doña Ana fue @Mapisaro, quien de hecho fue la creadora en Wikipedia del artículo de doña Ana. Siguiendo el ejemplo de Pilar (@Mapisaro) empecé a crear artículos de Wikipedia de bibliotecarias. Mi primer experimento fue con el de doña Sinikka Sipilä, bibliotecaria finesa quien fue presidente de la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas de 2013 a 2015. Un momento clave porque con su trabajo las bibliotecas empezaron a apuntarle a los Objetivos de Desarrollo Sostenible y aquí hemos documentado muchas de las acciones que se están tomando y ¿a que no saben qué? Me borraron el artículo de doña Sinikka en inglés.

Con paciencia y fortaleza (como los leones de la entrada de la Biblioteca Pública de Nueva York) volví a revisar el artículo y le agregué nuevas referencias a ver si esta vez mi amigo bibliotecario (de Wikipedia, que es como se llaman a los administradores quienes con sus súper poderes pueden borrar o no artículos) considera que si es una persona relevante. Igual quería aportar al artículo de doña Ana porque creo que deberíamos fortalecer los contenidos locales, lo que me hacía pensar en las bibliotecarias de España o las bibliotecarias de México, también en las bibliotecarias de Argentina o de Chile o Uruguay pero todavía no en las bibliotecarias colombianas (porque por ahora no hay ni una).
Por eso me creé la categoría Presidentas de IFLA, para empezar a compilarlas allí a ver si, como dice mi abuela, Dios mediante no me borran a ninguna otra de mis presidentas. Aprovecho para hacerlo durante esta campaña de #1lib1ref de paso porque he visto que se escribe mucho invitando a participar, pero como dijo Leo en este otro post, todavía tenemos reacciones muy pasivas. Hay que ponerse manos a la obra, porque el silencio podría ser una forma de dejar los estantes vacíos, como en el monumento de Berlín. Y recuerda que por cada comentario que te ahorras, un gatico muere.
La quema de libros en estos días
Me quedé pensando en la serie de comentarios rápidos que hice sobre los libros que leí en 2019. Cuando me referí a The antifa comic book escribí que buscaban objetivos completamente diferentes pero usaban los mismos métodos. Puede que me arrepienta de esa idea, pero encontré esta quema de libros en 2019 donde colectivos feministas queman libros que «promueven terapias de conversión y la cura de la homosexualidad» en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en México.
Apoyo la diversidad y por supuesto estoy en contra de algo tan absurdo como pensar que la orientación sexual pueda ser una enfermedad, pero quedo atónito ante el recuerdo de lo que representa el monumento de Berlín.
Luego de visitar este monumento me fui a una biblioteca pública en Berlín. Estuve trabajando un rato largo en temas del doctorado y respondiendo correos y cosas así. Me gusta sentir que las bibliotecas públicas son oasis para los visitantes como yo, donde puedes tener Internet gratuito y un refugio abrigado sin que busquen tu dinero o quieran hacerte tu cliente.
Bonus track
Cuando le conté de esta visita a mi amiga Pato Díaz, teniendo en cuenta todos los sitios que se podrían visitar en Berlín, me dijo «Ché, sos bibliotecario en el core, en el núcleo» xD
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