La carrera séptima es uno de los lugares de Bogotá con mayor cantidad de población flotante. En la calle 20 hay una cuadra donde encuentras a muchos dibujantes, caricaturistas y pintores. La verdad cuando era niño pensaba que este era el mejor empleo al que alguien podía aspirar: No tienes una oficina y te la pasas dibujando todo el día.
No sé si por esto, muchos años después quise estudiar artes plásticas. La verdad no soy talentoso en eso, o al menos hay muchos mejores que yo. En todo caso pasar por esta calle es recordar mi niñez. En esta foto un pintor de imágenes religiosas. Esa calle está llena de estos tipos. Un día me gustaría hacerme un retrato allí.
Gracias a Diana Echeverri leí The Missing piece meets the Big O. Una historia que me encantó. Ya no me preocupa encajar, luego de leer esto. Así ser forastero es mucho más llevadero: No busques a quien te completa. De por sí ya estas completo.
Sobre la carrera séptima apareció este graffitti que dice «Educación Libre». Supongo que esta pinta se hizo por las marchas en contra de la propuesta de modificación a la Ley 30 (Encontré este post de Lully sobre el rechazo a la propuesta).
La pinta se hizo en un sitio donde hace varios años un hombre, agobiado por sus deudas, amenazaba con activar una granada si no le daban una suma de dinero. La desesperación puede asesinarte. No pensar claramente por el ruido en tu cabeza, que no te deja escuchar con claridad.
Eso cuando tienes las herramientas. Si no tienes educación las ideas ni siquiera se te ocurrirían. Las ideas son como herramientas para arreglar un problema. Entre más ideas, mayor cantidad de maneras de arreglar un problema.
Si bien la educación formal es importante, he estado siguiendo de cerca otros tipos de educación. La educación informal y la forma de certificarla. Hay gente que aprende en «La universidad de la vida», refiriéndose a que han aprendido por experiencia. La educación acreditada sirve, pero creo que puede ser un error no valorar la experiencia. Un par de buenas lecturas sobre este tema son Aprendizaje Invisible y Learning, Freedom & The Web.
¿Qué fue la última cosa que aprendiste? Recuerdo que hace un tiempo leía a Jhon Dos Passos, quien decía que la universidad era el lugar para la gente sin personalidad. Puede que forjes un carácter con la experiencia y si no eres muy bueno con el aprendizaje autónomo debes ir a la universidad. Para que te guíen. ¿Cuánto de razón tiene Dos Passos?
Encontré este cassette en la calle 82 con carrera 15 en Bogotá. El cassette resultó ser un logo de El Bosque Estereográfico (Aquí su Flickr). En varias ocasiones había visto la firma de Fco, pero no encontraba sitios web sobre el autor.
El cassette fue mi primera forma de conseguir música y mantenerla. Tenía varios de estos aparatos y con ellos podía grabar música de la radio, de discos de acetato o de otros cassettes. Fue la primera forma que tuve de compartir música duplicando, sin necesidad de perder lo que le pasaba a otros. Se me hace una imágen emblemática. De hecho, las velas del barco pirata de The Pirate Bay tienen un cassette y dos huesos cruzados, en alusión a la bandera pirata.
En una lista de correos leí que no compraban máscaras de Guy Fawkes (el de la película «V de Venganza»), usadas para protestas por grupos como Anonymous, porque las regalías de esos productos llegaban a Warner Bros, quienes produjeron la película. Tiene mucho sentido: Si vas a hacer una revolución en mi contra, yo te vendo la indumentaria. No hay pérdidas. Ahora las máscaras son tremendamente populares.
Anonymous at Scientology in Los Angeles, vía Flickr por Sklathill
¿Cómo hacer lo mismo pero en el sentido opuesto? Vigilar al que te vigila, sugiere este estencil.Con la excusa de protegerte, te vigilan. La imagen de la vigilancia puede ser una cámara de video, pero hay formas más sutiles de vigilancia, como la que usa Facebook. Y Facebook es apenas una de miles de formas de rastrearte.
Me parece gracioso lo de la venta de máscaras. Aunque quieras salir del sistema, sigues en él. Sigues su juego. A veces dan ganas de decir algo como «Maldita Máquina«. ¿Acaso hay forma de evadirla?
Diarios de bicicleta de David Byrne
En el aeropuerto ví este libro replicado mil veces. Lo compré luego con un bono de regalo recibido por Carla, mi amiga secreta. Un amigo que se mudó a México me regaló un libro sobre Burroughs. Yo encuentro «Las cartas del yagé» en línea. Le paso el enlace y lo considera un regalo. Enlazar es bueno.
William S. Burroughs, en Flickr por Christiaan Tonnis
En el libro de David Byrne leo esto, mientras recuerdo a muchos que han caído en esta trampa. Espero no caer en ella, o al menos saber cómo salir:
La mayor parte del tiempo, nos contenemos para no ofender o atacar las creencias religiosas de nuestros amigos. De hecho, en una conversación educada, se considera fuera de lugar hablar de las creencias religiosas personales. De la misma forma, no solemos burlarnos de la familia de alguien en su presencia, ya sea de sus padres, hijos o hermanos: sólo a él le está permitido. Y raramente nos metemos directamente con el aspecto físico de alguien. No le decimos a nadie que está gordo, que tiene una pinta lamentable o que le sienta mal el peinado.
Pero Burroughs se refería a algo más que eso. Burroughs, y creo no equivocarme, comprendió que acabamos alcanzando un punto en el que la autocensura de ciertas ideas, no sólo las que podríamos llamar groseras, se interiorizan. Llegan a un momento en que lo «malo», lo inapropiado, lo políticamente incorrecto o los pensamientos poco convencionales ni siquiera afloran, ni se nos ocurren. Y si lo hacen, son tan rápidas e inconscientemente suprimidos que es como si nunca los hubiéramos tenido, y al poco tiempo parece que dejan de surgir totalmente. Freud observó ese hecho y dedujo que esos pensamientos prohibidos se acumulan y corrompen en alguna parte de nuestro interior: según él, ni el intelecto ni la conciencia pueden vaciar o deshacerse nunca del contenido de ese bote de basura. Para Burroughs, esta censura es la evidencia de algún tipo de control mental, de un modelo de sociedad que limita no sólo lo que decimos y hacemos, sino también lo que nos permitimos pensar. Según él, es un ejemplo de cómo la policía religiosa o de seguridad nacional penetra finalmente en nuestra mente e instala allí su pequeño polizonte. Y es un tipo de censura perfecta: cuando autocensuras ciertas ideas, no necesitas una organización exterior que te controle.
Cuando se alcanza este nivel de autocensura, no eres consciente de ello. Llegado ese momento, te parece que no hay censura alguna, crees que tus pensamientos son realmente libres. Con toda probabilidad, el instigador o legislador externo de tus pensamientos -el gobierno, los medios de comunicación, tus amigos, tus padres- también se han convencido de que tales pensamientos no surgen, no existen. Al final, una vez suprimidos, nada escapa a esa caja de pensamiento único. Y todo, incluso el creador de la caja, está dentro de ella.
Éste es el primer adhesivo que encontré del Nuevo Orden Mundial. No me llamó mucho la atención cuando lo ví, pero en conjunto con los demás stickers crean una historia interesante.
No entiendo muy bien cómo podría darse el control a partir de los alimentos. Supongo que el uso de transgénicos o cosas por el estilo. Tal vez sea el miedo a las enfermedades lo que nos mantenga controlados. Miedo a no comer saludable y por eso nos empujamos cuanta cosa dietética encontramos.
Este adhesivo estaba en las barandas de un puente. En el Parque Nacional, en Bogotá.
En este video encuentro ideas muy parecidas a las que presenta Lawrence Lessig en su libro «El Código 2.0«. Las leyes del ciberespacio las crean los programadores. Tal vez la democracia en la red aún no la hemos ganado.
Tal vez debemos empezar a formar pequeñas redes locales. Si empresas como Google y Apple estan tratando de ser el canal de la red e implantan sus propias reglas de juego en el ciberespacio ¿Qué oportunidad tienen quienes quieren apartarse de estos modelos? Tal vez una opción sean las Freedombox. Una forma de montar pequeñas redes aisladas de estas grandes compañías. Así funcionaba la Xnet, en la novela Little Brother, de Cory Doctorow: Mediante Xbox a la que le instalaban Paranoid Linux, se creaban redes alternas de comunicación, como «otras internets» que no eran vigiladas por estas grandes organizaciones.
Ahora me pregunto: ¿Pueden las leyes de derecho de autor como SOPA, PIPA, la Ley Sinde-Wart o la Ley Lleras bloquear contenidos compartidos en estas pequeñas redes? ¿Qué tanto poder tienen estas leyes en redes pequeñas?
Un sábado cualquiera, mientras andaba por las calles que frecuento por mi barrio me fijé en que había algo nuevo en el panorama. Para mi sorpresa y mientras me daba vueltas en la cabeza la idea de empezar con lo que hoy es Cartografías literarias, en pleno Parque Nacional recién estaban montando el evento llamado lectura bajo los árboles realizado el 19 de Noviembre de 2011. No me quedo de otra que salir corriendo por una cámara y tratar de recopilar información sobre lo que allí ocurría.
En el lugar me tope con Javier Osuna de la Fundación Fahrenheit 451. En el video habla sobre «Historias en Yo Mayor» un libro que recopila textos de adultos mayores de distintos puntos de la ciudad de Bogotá.
De los adhesivos del Nuevo orden mundial. Éste está en la entrada de un cajero electrónico. Tiene un televisor con el mensaje «Control mental».
Recuerdo estar en una sala de espera, haciendo trámites para sacar la libreta militar de Luis. Había mucha gente, mucha gente llegaba. Era un caos. La sala tenía un televisor. La enorme multitud estaba adormecida con la pantalla. Si dejabas de ver la pantalla podía darte cuenta de la ineficiencia en la atención. Era algo hipnótico.
Luego estuve en la sala de espera de un hospital. Igual. A donde vayas, si tienes que esperar encontrarás una pantalla. No importa si esperas tres horas. La pantalla te lo hace llevadero. Deja de mirar la pantalla y verás.
Ahora deja de ver la pantalla que está en tu casa. ¿Algo cambiará?